viernes, 24 de mayo de 2013

EL CUENTO DE LA TÍA BEBA

Cuando era pequeña, esperaba la hora del «cuento de la tía Beba», que transcurría —ni más ni menos—  dentro del gigantesco cuadro que coronaba la estufa de su casa. Seguramente Matilde, mi abuela, no lo había pintado con ese fin, pero aquel cuadro invitaba a recorrerlo, entre sus árboles, el puentecito y el camino hacia la choza, con la vista y el oído atento a la imaginación de la tía.
El personaje, un conejito cuyo nombre no recuerdo, desplegaba sus aventuras ahí adentro, en el mismísimo óleo, con el milagroso suceso de no estar pintado siquiera.
Pero ninguno de los sobrinos cuestionó alguna vez a la abuela por no pintarlo, ni a la tía, por hacerlo el actor principal.
¿Quedarán tías Beba, alejadas de los ordenadores y otros aparatos electrónicos, dispuestas a inventar historias inolvidables para sus sobrinos de frente a un cuadro?
¿Quedan sobrinos que visiten a sus tías y esperen la hora del cuento como el momento de máxima fantasía a disfrutar?
En mi corazón a partir de hoy tendrá un lugar especial, el de los puros de corazón, porque me enseñó a imaginar y también a vivir con el corazón en la mano, dispuesto siempre a servir. Gracias tía Beba, madrina, por todo y por tanto. Disfruta tu Nueva Vida, merecida en la Luz.

Lucía Borsani./ Sobre imagen de autor desconocido (Fuente Internet).

sábado, 4 de mayo de 2013

MI LARGA LISTA DE CAPRICHOS




Mi larga lista de caprichos
empieza y termina con tu nombre
y se me antoja extrañarte
en noche de luna rota
noche de martes
-o de miércoles-
cuando soplábamos la luna
corriéndola
al borde de las pieles
hasta el grito de gloria
como esos perros caprichosos
uno del otro que se estudian las intenciones
y usurpan los poderes de la noche

se me antoja extrañarte
desandar la Tierra
correr a pegar la Luna
callar a gritos
tu nombre.

© Lucía Borsani
Óleo: Fernando Irecio