miércoles, 27 de noviembre de 2013

LA INTRIGA DEL OLIVO



Conocí las aceitunas en mis vacaciones mientras me hamacaba en la plazoleta del pueblito de Guichón, a una cuadra de la casa de mi abuela, esperando el momento en que me llamasen para almorzar.  Alguien me dijo que al gran olivo que ofrecía la sombra lo había plantado mi abuelo, recién llegado de Asturias, con dieciocho años y una valija de sueños por delante. Desde entonces, mis vacaciones ideales, no importa dónde ni cuándo, deben incluir un plato con aceitunas en algún restaurante desconocido, a cuyo camarero siempre le hago la misma pregunta “¿Lleva aceitunas negras o verdes?”. Nunca supe cuáles daba el olivo de Guichón.

Lucía Borsani /Seleccionado en I Concurso de Microrrelato de Vivelibro Editorial de Madrid (gracias).


Olivo