sábado, 18 de agosto de 2018

Y LA ESCOBA NO QUEDÓ DETRÁS DE LA PUERTA

Tal como lo había anunciado en el post anterior, hemos realizado la presentación de La escoba del doce y la novedad es que ha sido un éxito. Para quienes no habían tenido noticias de este proyecto, ha sido ideado entre Fernando Irecio y yo, él con su experiencia en artes plásticas y como profesor de artes visuales, yo aportando los micros que han quedado publicados fuera de mi país, por gentileza de jurados internacionales para sus antologías o premiaciones.

Es difícil tener hijos sueltos por el mundo. Y más, para una madre olvidadiza, que apenas si recuerda esos momentos de alegría al conocer los fallos y bastante desamorada por no adquirir dichas antologías ni llevarlas a la prensa.

Pero hay un tiempo para todo y alguna brisa misteriosa que me sugirió las ganas de recopilarlos y compartirlos con las personas de mi entorno. Muchas de las cuales apenas si conocían mi aficción por las letras. (Nadie, nadie, es poeta en su tierra).


Con Fernando el trabajo fluye porque me lleva de la mano por la vida y porque todos los proyectos que encaramos quedan más pequeños que el proyecto inicial de vivir juntos. 

Y por si esta nueva locura artística sonaba a plagio, enterada de un antecedente en España, me contacté con el escritor Miguel Torija Martí solicitándole su visto bueno para hacer algo parecido aquí en Uruguay. Que no solamente fue su visto bueno sino su ofrecimiento a difundir La escoba del doce y esto de hacer un libro en caballete exigente de lectores de pie, sin apuro y con ganas de comentar su lectura. Gracias Miguel por la buena onda y por coincidir en las ganas de difundir el microrrelato océano de por medio.

Pasando a los hechos, el patio interior de CAJUPAY y las instalaciones del taller Espacio de Arte sonrieron ante la llegada de tantos visitantes, algunos infaltables como los escritores sanduceros Jorge Jesús y Ramón Machado, otros venidos de Argentina como mi querido amigo Alfredo Maxit, un poeta que admiro. No faltaron los amigos, los artistas, los lectores empedernidos, la familia. La ex dire de cultura Liliám Silvera, que con o sin cargo, vive la cultura con pasión. Los jóvenes jubilados de la institución, interesados y abiertos, buen ejemplo para todos.
Los cronistas, los que pasaban y vieron una escoba, los que sintieron aroma a café y entraron...Aunque vale aclarar que siempre nos preocupamos de servir té de hierbas, para los que no quieren estímulo de cafeína (dice la nutricionista).

Entonces, entre tanta gente, surgieron las voces que quería oír: los lectores comentando historias a partir de las mías, encontrando interpretaciones propias, creando las suyas.

Algunos personajes que emocionaron fueron mi abuelo asturiano, en "Ilusiones por docena", despidiéndose a los 18 años de su madre a quien nunca más volvió a ver; otros personajes simplemente hicieron reír, como el que se hizo el muerto cuando la esposa llegó alcoholizada y descalza luego de su última salida con amigas...

A la hora de presentar, estuvo mi amigo Milton Nan, poeta y comunicador, que no solamente prologó este "libro a caballete" sino que encantó a los presentes con una crítica reflexiva de estos micros y de esta "poeta prestada al cuento, que esperamos nos la devuelva". 

Y por si fuera poco y en persona llegó Ernesto, un amigo de La escoba del doce que la leyó en Braille, cómodo en una mesa dedicada a este tipo de lectura. 

¿Algo más podría pedir un escritor que compartir su obra y conocer mano a mano a sus lectores? Bueno es recordar que sin lector no hay escritor y sin escoba...no existiría esta Loca por la luna.

GRACIAS a todos, especialmente a los amigos de CAJUPAY, que confiaron en este proyecto de integrar las artes para poner un granito de cultura en la gran escultura de la vida.

sábado, 4 de agosto de 2018

LA ESCOBA DEL DOCE

Amigos del blog:  Aunque este sitio congrega amigos de carne y hueso de distintas partes del mundo, comparto la invitación para la presentación de mi microlibro aquí, en mi ciudad natal, Paysandú.
La escoba del doce contiene nanorrelatos, microrrelatos y un relato hiberbreve, la mayoría de los cuales están editados en diferentes partes del mundo, a razón de concursos literarios que me han permitido obtener algún premio o mención.
Pero esta escoba, que no es la misma que la de la Loca por la luna, me encuentra diferente: ya no me interesa llevar al papel mis ansias de libro, ni presentarlo ante una mesa con una jarra de agua y un presentador formal.
Hemos ideado otro tipo de presentación, ya tendrán detalles, con el eje central en la ilusión de encontrarnos cara a cara con los afectos más cercanos. Es que la virtualidad es maravillosa pero solo cuando los kilómetros de por medio la justifican. Es que los que hemos crecido con la compañía de otros poetas y artistas en algún teatro, bar literario o aula, añoramos el abrazo, el mirarnos a los ojos, el conversar sin pantalla por delante.
Así que será La escoba del doce la excusa perfecta para enfrentar el frío uruguayo de este agosto y encontrarnos, café o té por medio, a leer estos micros tan, tan queridos por mí.
Si gustan o no...será un tema para conversar. Tan solo deseo que cada asistente los lea por sí mismos, y si es posible tenga algo para comentar. No existe el escritor sin un lector, ni viceversa.
La escoba del doce es un trabajo en conjunto con Fernando Irecio, mi compañero y profesor de comunicación visual, además de responsable de Espacio y Arte, un taller de artes plásticas y artes integradas, que funciona como colectivo artístico.
A los que gusten, los espero. Y a los que leen muy de lejos, gracias por leerme y estar ahí, completando mi quehacer, siempre apasionado, por las letras.

miércoles, 1 de agosto de 2018

VERBOS INFINITOS

Vivo en un mundo de fantasía interno a la gran fantasía que es este Mundo. Mi bandera celeste acepta también los colores de la utópica bandera universal que algún día todos izaremos, el día en que no asombre la honestidad y el respeto por la vida no sea algo pasado de moda. 
Sueño todas las noches- y algunas veces en presencia del sol -con el sello de la ternura en cada cédula de identidad y la codificación de virtudes y defectos a trabajar en cada persona, al lado de la fecha de su nacimiento si es preciso. Sueño también con una ciudad sin carros con caballos trabajando todo el día, con niños sin deuda de infancia y con sonrisas en lugar de rostros serios los lunes por la mañana.
Me gustaría, si es posible, inventar la máquina de la risa para accionarla cada vez que alguien se dedica a criticar a quien no está, de modo que una atronadora carcajada le recuerde lo insustancial que es esta vida física al lado de la verdadera dimensión del Alma.
Invento conversaciones con cada perro callejero que tiene a bien moverme la cola, para conocer la fórmula de la amistad y la lealtad desde la fuente más noble.
Amo a tropezones, pero me sentiría feliz si ése fuera el verbo más fácil, independiente de razones, para ejercerlo con quien se me cruce sin levantar sospechas tontas.
Y muero o espero morir a cada segundo cuando el segundo, que es lo único que tengo, se me presente en forma de pasado, revestido de las cosas feas que no hace bien recordar o atiborrado de basura para mi alma aprendiz de humana.
Estoy segura que siguen muchos verbos más, mientras tanto escribo y bendigo que alguna musa soñadora hoy se ha dignado a visitarme con el ánimo de susurrar.


©LuciaBorsani