Traicioneramente, la luna se ha escondido entre las mantas de las nubes argumentando frío de inspiración. Y se me da la gana, Señora, de desafiar esas pocas ganas de trabajar con más de las mías, aunque estos dedos — nerviosos por naturaleza— se empecinen en llegar al teclado para hacer travesuras.
Nada esta noche me conmueve más que su intento de evasión, lunática musa.
Pero para un escriba la noche más oscura también ofrece luz de letras. Y no hay mayor diferencia entre oscuridad y plenilunio de poesía.
Lástima que el poema, como gato enamorado, se me haya escapado por algún tejado.
No, no acepto ni un ápice de sonrisa entre esos cráteres algodonosos de esta noche. Ni un resoplido en mis oídos de este viento que se cuela por la ventana.
Nada ni nadie, repito, podrá conmigo. Los dedos, a punto de caer rendidos, preparan el punto final para mi suspiro.
Hola, preciosa, no te preocupes, te sobran las musas, besos y mas besos.
ResponderEliminarEs seguro que en esa noche las musas visitan otras plumas mas necesitadas. Ya saben que pueden dejarte de la mano. Tu pluma conoce los caminos por los que transitan los dioses de las palabras.
ResponderEliminarTe bastas sola.
Un abrazo.
Gracias Fer. Vengan, vengan...
ResponderEliminarJota, me has convencido, pero dudo de esos caminos...ja muchas gracias
Un abrazo enorme