martes, 30 de enero de 2018

CICLOS



Como las flores
ellos y nosotros
llegan, florecen, se van
mientras el globo gira nervioso
y la luna se empolva
a la cita con los gatos.


El caminante añora a cada paso
el perfume de la historia
el color de las emociones
el misterio de la vida.


©LuciaBorsani

miércoles, 24 de enero de 2018

REMO

Esta mañana partió Remo, nuestro perro. Hoy es 24 y dice la numerología que 2+4 es igual a seis, y que seis es el número del amor. No se equivocan estas ciencias, Remo era amor y del bueno.
Hace nueve años lo descubrí y me enamoré de sus orejas. Debieron de pasar algunos días hasta que él también reparara en mí y se fuera acercando hasta permitirme ser su amiga.
No me gustan las palabras que separan a los seres vivos, como dueño o amo. Fuimos amigos y de alma, porque a mí nunca me interesó su origen ni a él mi modo de vida.
Remo no vino solo y tuve el honor de adoptarlo junto a su hermano Rómulo. El rubio y el morocho, inseparables hermanos que solo discutían de vez en cuando por asegurarse el plato de comida más grande.
Una vez me preguntaron cuál fue la circunstancia de mi vida en que sentí más miedo: esperábamos que no se cumpliera el pronóstico de tornado pero estábamos expectantes a lo que ocurriera esa noche en la ciudad. Cuando me acosté a intentar dormir, Remo subió por primera vez a mi cama y, apoyándose en mi muslo, se encargó de mimarme. Una por tantas, agradecido por mis caricias los días de tormenta, sabedora de su terror a los truenos.
Tengo tanto para escribir sobre Remo que prefiero convertirlo en futuros versos. La poesía siempre me ha traído consuelo.
Rómulo, Matilde y Milagros lo extrañan: son los amores que me quedan.
Su padre humano Fernando, lo extraña tanto como yo. Porque las familias no están siempre armadas por seres de la misma condición y raza. Dicen los que saben, que somos alma y vivimos en un cuerpo.
A Remo le tocó, en su cuerpo perruno, darme los manotazos más bruscos y los besos más celosos que un humano. A mí, el honor de cuidarlo. No todos tenemos hijos biológicos en esta vida, pero qué padres que somos si el Universo nos pone un perro en el camino. Gracias Remo por enseñarme donde había luz y donde oscuridad en este camino empedrado de la vida. Nos encontraremos del Otro Lado, para contarnos historias inconclusas.