¡Excelente! Y me gustaría reivindicar nuestra minúscula grandiosidad; minúscula en relación a ese océano cósmico cuyas lindes son, prácticamente, infinitas. Porque desde nuestra pequeñez casi infinitesimal somos capaces de entender, o al menos intentarlo, los arcanos de la Creación. Visto así, la magia y grandeza que posee un poema superan con mucho a los gigantescos dominios siderales; y son más cálidas sus huestes que el corazón de los hornos estelares. La consciencia es el sentido del Universo, y en cada ser en el que brota su chispa, Dios se complace. Y en la cúspide de toda esa maravilla consciente, el amor.
Nos sostenemos...
ResponderEliminarSaludo enorme hasta allá.
Volver a ese punto cósmico, después del trasiego por esta finitud biológica. Un abrazo. Carlos
ResponderEliminarGUAUUUUUUUU.
ResponderEliminarABRAZOS
¡Excelente! Y me gustaría reivindicar nuestra minúscula grandiosidad; minúscula en relación a ese océano cósmico cuyas lindes son, prácticamente, infinitas. Porque desde nuestra pequeñez casi infinitesimal somos capaces de entender, o al menos intentarlo, los arcanos de la Creación. Visto así, la magia y grandeza que posee un poema superan con mucho a los gigantescos dominios siderales; y son más cálidas sus huestes que el corazón de los hornos estelares. La consciencia es el sentido del Universo, y en cada ser en el que brota su chispa, Dios se complace. Y en la cúspide de toda esa maravilla consciente, el amor.
ResponderEliminarSaludos