Cayó la noche como pájaro en
picada llevándose el sol de junio, ese sol que solo viene a cumplir y muere por
internarse en su amiga noche, larga y fría. La avenida también parecía caer
sobre el río. Sostén de pisadas y huellas de neumáticos efímeras, las calles de
esta ciudad son testigos estáticos de nuestro apuro por vivir y hemos llegado
al punto de transitarlas como en roce, con la mente hipnotizada por asuntos
terrenales y la mirada fija, peligrosa, fría como el aire que se respira. Así
vamos por el mundo y el invierno parece potenciar nuestra energía volatilizando
hasta el pensamiento. Entes urbanos, nos queda poco para convertirnos en
máquinas y sólo nos detiene este vestido de frágil piel que nos cubre, este
conjunto de órganos y músculos que nos lleva por la vida. Cayó la noche, era un
hecho. Miré los vestigios del sol de la tarde y sólo quedaban manchas
sanguíneas en el cielo como muestras del asesinato del atardecer. Entonces,
haciendo uso de esos momentos de conciencia que nos atacan, esos brotes de Vida
que lamentablente no se contagian unos a otros como gripe alguna, le dediqué
minutos del pensamiento a quien llevo adentro. ¿Quien? Sería bueno saberlo. Me
escribe versos a cualquier hora del día, me destapa del abrigo de la inercia y
me susurra verdades en idioma insospechado. Noche ya y sin mucho para decirle a
esa gran desconocida que me acompaña siempre, le insinué un simple
"gracias" con la sonrisa más ingenua, sincera y humana que esta
tierra maravillosa, espejo de bellezas, me ha sabido enseñar.
Imagina si fueran pandemia los brotes de conciencia...el paisaje de la humanidad sería como una noche de siempre luz.
ResponderEliminarSaludos!!!
UN TEMA INEDITAMENTE CONCIENZUDO.
ResponderEliminarUN ABRAZO
Bendito numen...diosa inspiradora...Qué grato leerte. UN abrazo. carlos
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